A propósito del nuevo gobierno en Colombia; en medio de una coyuntura económica compleja, cuya situación amerita inteligencia e innovación; retomo mi escrito del 5 de julio de 2015 esperanzado en que llegue a tierra abonada y por fin nos encontremos con ideas económicas de avanzada que nos saquen del pseudofeudalismo en el que vivimos.
Esperamos que el gobierno y los ciudadanos miremos a Islandia como gran ejemplo a seguir, evitando los consejeros que tienen recetas manidas y acomodadas que nos perpetuarán en el subdesarrollo y la dependencia.
En el año 2008 cuando se produjo la crisis de Islandia, Halldór Gudmundsson escribió su libro “Todos somos Islandeses” tratando de enseñar que todas las economías estatales sufrían los mismos males que llevaron al colapso a Islandia.
La privatización, la desregulación del sistema financiero y bursátil que dejaba desarrollar a su amaño los intereses egoístas e inmediatístas del capital, tres grandes bancos con frenesí especulativo captando inversionistas ambiciosos, la utilización de la vivienda como recurso de inversión que construyó un boom inmobiliario, el exceso de endeudamiento publico y privado, el impulso desmedido al consumo incluso mediante deuda, la sobredimensión de los bancos con activos superiores al PIB del estado…
Todos ello común a las principales economías mundiales, desde USA hasta las nuevas divas europeas como España e Irlanda sufrían de lo mismo y que no decir de los países latinoamericanos. Los males aquejados en Islandia eran comunes a todos.
Lo que pasaba era que dependiendo del “marrano”, como decimos en nuestro pueblo, los “sabios” economistas ortodoxos planteaban sus remedios. Si el país era débil y estaba en desarrollo, las medidas eran austeridad total, reforma pensional, control fiscal, control monetario… pero si el país era una potencia, así estuviese más enfermo que el otro pequeño, las medias impulsaban la expansión y acrecentaban el dinamismo económico incluso hasta con la emisión de moneda.
Lo cierto es que todos los estados se encontraban en situaciones similares a la Islandesa y a pesar que ninguno de los “científicos” económicos lo percibió, la crisis llegó a todos, golpeando con mayor fuerza a los pequeños pero afectando gravemente a los grandes.
Entonces ante la crisis financiera global, los mismos “profesionales” que la habían creado, fueron nombrados como los médicos y obviamente lo primero que recomendaron fue salvar los bancos, invirtiéndose en poco tiempo abominables y descaradas cifras para salvar la fuente del sistema enfermizo.
Solo uno, el país en que todo se mostró primero, no siguió los lineamientos fundamentalistas de los ortodoxos economistas, solo Islandia, gracias a su tamaño y a su fuerte sentido democrático local, impidió que los gestores se salieran con la suya, impidiendo en varios referendos que los bancos se salvaran a toda costa y que se priorizara el pago de deuda a inversionistas extranjeros.
Islandia con su propia moneda, fue capaz de aguantar el terremoto internacional de los grandes emporios financieros, y a pesar de sufrir una devaluación, sus ventajas locales le ayudaron a sobrellevar el chaparrón. Su decisión fue potenciar sus productos y servicios estratégicos fortaleciendo su capacidad local plenamente identificada.
Además Islandia dejó que sus tres poderosos bancos se quebraran, no salió en su auxilio y como medida financiera inteligente, nacionalizó la banca. Es decir, le inyectó dinero al sistema financiero pero al hacerlo, se lo apropió para el pueblo, en un acto de justicia maravillosa.
Obviamente el modelo de salvación Islandés NO acogió la manida medida de austeridad salvaje que proponen nuestros “letrados” económicos. No ahogó a la población ni a las empresas con medidas de represión ilógicas que le imponen al empobrecido la misión de ser austero. ¿qué pobre no es ya de por si, austero? … o mejor ¿que rico es austero? … Obviamente se tomó la decisión de no pago inmediato a la deuda extranjera, no priorizar la recompensa de los especuladores y por el contrario negoció duramente con los externos dejándolos relegados a los lugares que les correspondían.
Otra medida maravillosa tuvo que ver con la justicia. Al ser una pequeña comunidad, los causantes del desastre no conservaron su anonimato ni pudieron excusarse en disculpas descaradas o en culpar al sistema mundial y a la situación internacional. La Justicia cayo sobre los políticos y banqueros que propiciaron el desastre económico y que llevaron al país a la ruina.
Es por eso que sueño con que todo el mundo se vuelva Islandés y en particular los Colombianos nos volvamos Islandeses en el sentido de:
1) Reformar nuestros sistemas políticos y democráticos hacia pequeñas comunidades cercanas, homogéneas y hermanadas;
2) Identificar nuestras verdaderas y ciertas riquezas y defenderla e impulsarlas con la fuerza de todos, con la participación de los actores sociales: empresarios, comunidades, políticos, jueces, científicos, maestros…;
3) Trabajar la diferencia y alejarnos de la homologación o la uniformalización, se impulsar los dialectos e idiomas locales, construir y defender monedas locales respaldadas en verdaderas fuentes de riqueza y no en intangibles ilusorios o en especulaciones, trabajar las variedades vegetales y animales desarrolladas en nuestro entorno bajo las fuerzas de nuestros microclimas y especificidades…;
4) Exigir que la banca una vez por todas salga de las manos privadas y se reasigne al pueblo, teniendo como función primordial impulsar las empresas y los emprendimientos benéficos para las comunidades y tener como valor fundamental la fraternidad, llegando a la banca ética y a la economía solidaria.
5) Exigir que los políticos se dediquen a preservar la seguridad como bien supremo y no metan sus narices en bienes económicos ni en intereses lucrativos; que se redimensione el tamaño del Estado y se disminuya la burocracia a su mínima expresión.
… y que nuestro pueblo avance en cultura y conciencia
en fin que todos seamos por fin Islandeses!!!
JCAL
La vida son una serie de conexiones y encrucijadas. Conexiones cocreadas y encrucijadas que resolvemos con el libre albedrío.
Cambiando la Metáfora
- Juan Carlos Arbeláez León
- Ser Libertario Mutualista es una buena ruta postmoderna. Un Estado de jueces y las comunidades organizadas, dinamicas y fortalecidas.
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