sábado, 26 de abril de 2014

POLITICA CAFETERA... DESACIERTOS, PECADOS Y NEGOCIADOS

Dada la sequía de propuestas sobre el desarrollo agrícola, no había vuelto a escribir nada en mi Blog, pues mi último artículo tenía una pertinencia y urgencia total. Sin embargo la inminencia de una nuevo paro y un email enviado por un primo, me pican de nuevo el teclado y me hacen escribir más sobre el Agro y particularmente sobre el Café exponiendo soluciones prácticas a tan penosa situación.

El café en Colombia es la fiel muestra de como no se deben hacer las cosas en el mercado.

Con el café se han socializado las utilidades y privatizado las perdidas. Los cafeteros anteriormente ricos, dueños de la Flota Mercante Gran Colombia, Bancafé, Concasa, Supermercados El Cafetero, etc... ahora se encuentran mendigando PIC o AGCs. Los subsidios añorados por los agricultores, son paliativos costosos para el Estado y que se prestan para componendas y corrupción en un país politiquero y mermeladero como el nuestro. Más que subsidios considero más efectivos los seguros cafeteros que cubran riesgos climáticos, fitosanitarios, de producción y bajas de precios por especulación bursátil o por acciones de las transnacionales de los alimentos. Los subsidios en un país como el nuestro solo pueden ser coyunturales respecto a problemas del mercado que lleguen artificiosamente a hacer bajar el precio.

Los alivios de deudas deben ser para situaciones extraordinarias generalizadas. Aliviar las deudas de morosos es premiar a los que por alguna razón incumplieron y desfavorecer a quienes hicieron el esfuerzo de pagar, incluso adquiriendo otros créditos. Existe una institución jurídica en el derecho comercial que permite solucionar problemas de los negocios en el tiempo, que se denomina Teoría de la Imprevisión. Es mejor adaptar esta institución a las situaciones agrícolas y en especial a las cafeteras para permitirle salidas dignas a los deudores con las instituciones bancarias, otorgándoles el derecho a los deudores financieros a reestructurar sus deudas en plazos, tiempos y periodos de gracia cuando se presenten situaciones calamitosas exógenas en las que no tenga que ver la actividad del agricultor como tal. Debe ser un derecho del empresario cafetero no una dádiva del político.

Existe también en nuestro derecho lo que se conoce como tasa de interés civil (muchisimo más baja que la comercial o financiera). Dicha tasa no solo es apta para los cafeteros sino para todos los agricultores e inclusive para todos los microempresarios y emprendedores. Nuestro país sometido al poder de grupos económicos dueños de la Banca, se encuentra abusado por sus exorbitantes márgenes y por su posición dominante, violado diariamente con tasas comerciales de usura. Los créditos más costosos en nuestro país, son los de los microempresarios, lo cual es una abominación. La regulación a la Banca es un tema a tratar como política gubernamental, pero como no es lo que nos ocupa, retomemos a nuestro asunto: Debe el Estado a través de sus instituciones financieras (Banco Agrario) marcar la pauta en tasas de crédito especiales para agricultores, microempresarios y emprendedores. La cuantía debe ser la tasa de interés civil, sin requisitos de experiencia crediticia, sin tener en cuenta reportes negativos pasados, ni requerir un suficiente respaldo patrimonial. Se deben en estas modalidades de crédito especial, tener en cuenta la idea misma, su viabilidad y la estructuración factible del negocio a futuro, más que los hechos del pasado o el respaldo patrimonial. Sin dinero que dinamice a los débiles, no habrá real democracia en nuestro país, ni desarrollo del campo, ni de las MIPYMES, simplemente se seguirá consolidando el poder económico de la élite, aquella que han defendido y para la que han gobernado todos los presidentes Colombianos del pasado.

Algunos han propuesto el control de precios de los fertilizantes e insumos. La única forma de lograr este objetivo o promesa, es para los cafeteros que se pasen a la agricultura ecológica u orgánica. Los de la agricultura convencional que están sometidos a los insumos del los derivados del petróleo, manejados especulativamente por los “inversionistas” extranjeros; ellos tendrán que seguir pagando el 100% y más. La situación mundial del petróleo, su escasez, su volatilidad de precios dada la ubicación de las principales fuentes, la calidad monopólica de las empresas extractoras y comercializadoras mundiales, no dejan más que esperar. Eso sin contar que se está llegando al pico de la producción del petróleo. Todo ello, más los negociados aberrantes y especulativos de los mercados bursátiles, convierten a esta promesa en solo eso… una promesa gubernamental o electoral. El Presidente y menos el Ministro de Agricultura de Colombia no tiene poder alguno sobre semejantes monstruos postmodernos.

Llover sobre mojado eso son las timidas propuestas del presidente candidato y de los demás candidatos a la presidencia. Resulta extraño que cuando se es candidato y presidente candidato, se piense diferente a cuando se es Ministro de Hacienda, los cuales se dedican a promover impuestos a diestra y siniestra y ser la encarnación del odioso recaudador medieval, cuando no a frustrar ideas de los pacatos Ministros de Agricultura. Los impuestos son una institución anacrónica del estado Moderno, herencia nefasta del pasado. Los impuestos del futuro civilizado y humanista (el cual espero no tarde mucho) se deben aplicar principalmente a los movimientos financieros y bursátiles nacionales e internacionales, nunca a las empresas que generan riqueza, empleo, bienestar, desarrollo social. Eso si, siempre y cuando dichas empresas no produzcan efectos dañinos en el medio ambiente. Si no cumplen con todas las anteriores condiciones, se les irá aplicando porcentajes de impuestos de acuerdo a su incumplimiento y a la consecuencia de su daño. Esto si sería algo novedoso que revolucionaría al sector productivo y al sector real de la economía, dentro del cual se encuentran los cafeteros… además de solventar la deuda social deficitaria. Así las cosas, los cafeteros ecológicos u orgánicos estarían libres de cualquier carga tributaria, los demás, solo en la medida de su incumplimiento a las condiciones de exoneración.

Sin lugar a dudas el Gremio cafetero ejemplo de asociatividad en el pasado, debe ser rediseñado y acoplado a las necesidades actuales. Pero antes de hacer eso debe enjuiciarse fiscalmente a quienes dilapidaron sus riquezas, a quienes vivieron parasitariamente de sus mieles en las múltiples bonanzas y en los abundantes tiempos de oro, a quienes con su incompetencia le hicieron perder mercado al café respecto al té y a quienes se adueñaron de un bien publico como la marca Juan Valdez y la explotan para beneficio privado. A todos ellos se les debe llamar a cuentas.

La comercialización del café sin valor agregado, es un camino directo al abismo, el mismo que hoy se padece. Siempre he comparado al café con el vino. Su sabor y calidad depende de las condiciones especiales que lo acompañen: el suelo, el clima, el trato y la inteligencia que le aplique el labriego, el agricultor y el transformador, obviamente como las cosas mágicas también depende también del azar y algo más. ¿Que sería de la industria del vino si los Italianos, Franceses y Españoles antes, y los Chilenos, Californianos y Australianos hoy, se hubiesen dedicado a vender las uvas a granel como comodities a especuladores, transnacionales o comerciantes ingleses? … ¿Que sería de sus campiñas? ¿Que serían de sus viñedos? ¿Que serían de sus agricultores? ¿Qué sería de sus regiones?... Los empresarios y las empresas de vino son un ejemplo vivo para los cafeteros de Colombia. Las empresas cafeteras podrían ser tan o más frondosas y rentables que las de vino, si el valor agregado, el emprendimiento y la sana lógica de no enajenar la materia prima, hubiera sino la que imperara en la política cafetera de la Colombia del siglo pasado. Pero nuestros “padres de la patria” la mayoría burócratas de la Federación de Cafeteros en forma directa o indirecta, se dedicaron a vender nuestra riqueza en costales de fique de acuerdo a un pacto internacional con beneficios altamente dudosos; o se dedicaron a reducir la oferta como estrategia para hacer subir los precios cuando se salieron del pacto del café, entregándole el mercado de las bebidas especiales en bandeja de oro al té, el cual hoy ya le lleva amplia ventaja en valor agregado; o se dedicaron a vegetar más que los cafetos y a pasar el tiempo adormilados esperando una nevada en Brasil, eso cuando no se les ocurrían ideas “brillantes” y otras estrategias desastrosas que tienen a la industria cafetera en la pobreza actual.

La asistencia técnica dada en el pasado por los empleados de la Federación y los investigadores agrícolas; sin duda dieron sus frutos en las zonas rurales, le prestaron servicios sociales a los campesinos y a los agricultores. Esa etapa ya tiene grandes logros, se debe mejorar, pero sin abandonar su esencia del pasado. Eso si, debe tener desde adentro, un sacudón tecnológico grande, sobre todo recuperando variedades como la Pajarito, la cual nos hizo ganar el primer puesto como el Café más suave del Mundo!!! y hoy es tan escasa como un cafetero rico. Además, y principalmente, en forma urgente deben nuestros técnicos abrir la mente hacia el Café Ecológico u Orgánico, lo cual nos complementaría la competitividad ganada y armonizaría con la pujante industria del Turismo y con nuestra gran biodiversidad. Con Café Ecológico Colombiano evitaríamos que países sin tradición cafetera, como lo es por ejemplo México, nos superen, teniendo hoy en día una mayor producción de Café Ecológico a la de nosotros. Los técnicos que vienen con el paquete de insumos químicos impreso en su “disco duro” deben ser reemplazados o deben renovarse ellos mismos hacia la nueva realidad del mercado mundial. Es necesario advertir, eso si, que lo ecológico no se puede convertir en otro negociado más que engorde la burocracia y adelgace al productor. Por otro lado la asistencia técnica de hoy se requiere redireccionar hacia el valor agregado, hacia la producción de café transformado, listo para que el consumidor lo disfrute. Se debe acompañar al productor no solo en la producción agrícola sino también en la necesaria transformación, para alcanzar una identidad e individualización de cada finca, lo cual permitirá multiplicar por cientos o miles las ricas variedades que ya tenemos. Con una asistencia agroecológica y agrícola-empresarial recobraría fuerza la Federación y sus pecados del pasado quedaría expiados.

Atentamente;

JUAN CARLOS ARBELAEZ LEON