martes, 26 de octubre de 2010

DEL NARCOTRAFICO Y OTROS DEMONIOS


En la actualidad son miles las “Siervas Marias”, quienes afectadas por hechos fortuitos y aislados, quedan inmersas en una alocada política criminal posmoderna respaldada por su nueva inquisición.

Los hechos desatados por una sanción irracional se vuelven un mal mayor que despierta oscuros demonios cuyas acciones a su vez hacen empeorar la situación y fortalecen al mal inicial.

Un simple hecho de salubridad pública se vuelve un problema de marca mayor, y con el pasar del tiempo surgen efectos impensados, creciendo en su propio encono, destruyendo todo a su paso.

El Poder Institucional y la nueva inquisición cegados por su dogma y sus intereses, generan un mal mayor que afecta a inocentes en forma desproporcionada.

Ahora, dentro de su propio interior, en uno de sus emblemáticos Estados de la Unión, se gesta un movimiento liberal: VOTE YES MARIHUANA, lo cual coloca en incomoda situación a todos los dueños de la política criminal y a todos quienes le siguieron en forma incondicional el juego irracional.

Sea cual fuere el resultado del Referendum en California, el mensaje está dado: las medidas irracionales y dañinas impuestas hasta hoy para solucionar el problema deben modificarse. Al igual que la inquisición, sus métodos irracionales deben reemplazarse. La finalidad de preservar a la juventud no puede llevarnos a una guerra perversa, gestora de demonios con capacidad destructiva incontrolable. Demonios que como la corrupción y la violencia, se retroalimentan con la reacción institucional provocando más droga, más daño, más muerte y más corrupción.

El problema de la droga de la sociedad industrial y posmoderna es un problema grave, el cual no está en la especie vegetal en si, ni en sus sustancias, sino que reposa en el tratamiento dado a ellas como mercancía ideal para obtener riqueza rápida, o en su utilización como distractor light desprovisto de todo significado, o en su procesamiento industrial quimico, o en su uso como mecanismo irresponsable de elusión y evasión de conciencia que le da el hombre “civilizado”.

Pero el problema de la droga del hombre posmoderno, además de los esenciales enunciados, tiene un origen netamente individual. Nace desde y en la persona que cae bajo sus efectos y su dependencia, y a pesar de los daños familiares y sociales colaterales, no nos puede hacer perder el real enfoque particular que debe tener su solución. Solución que está, sin duda, en la construcción de un eficiente sistema de salubridad publica, que deberá comenzar por inculcar a través de campañas educativas agresivas su no uso, su efecto nocivo, su perversa capacidad de adormilar la conciencia o contaminar el cuerpo y el espíritu, con su proceso mercantil, industrial y artificial, contaminado en algunas de ellas por letales precursores químicos.

Se debe enseñar en todos los ámbitos educativos al individuo, los efectos nocivos que tienen las drogas del narcotráfico sobre su mente y su estado de conciencia; se le debe propiciar un tratamiento medico y psicológico adecuado a quienes caen en sus fauces y son dominados por ellas. Pero por ningún motivo puede llevarnos a encarcelar al individuo y mucho menos puede justificar el montaje de un ejercito o policía especial; el o la cual, como la tristemente recordada orden de la inquisición, se vuelve parte del mal, se pierde en su propia verdad, se corrompe, se fusiona con demonios mayores y se apropia de métodos insanos; todo con la justificación de combatir al mal.

Esa nueva inquisición, esa policía Denominada Emblema Anticrimen, lo único que logra al final con sus actos, es criminalizar el comercio, edificar grandes negocios ilícitos, entregarle el poder económico a zánganos, bárbaros y al lumpen de las sociedades emergentes, los cuales ven en el negocio ilícito gestado por la política criminal una oportunidad insuperable de obviar las grandes barreras que les imponen a sus ciudadanos las sociedades pseudo-feudalistas y sus nuevos encomenderos.

Vamos pues California, despierta pues Colombia, Mexico y demás países. Repensemos y reconstruyamos desde la educación, la conciencia y el amor, abandonemos el odio, el temor y la represión.

JCAL