lunes, 5 de octubre de 2009

¿ESTADO DE INCONSCIENCIA?


Agro Ingreso Seguro, el programa del Gobierno Colombiano que tiene entre
sus objetivos principales: "promover la productividad y competitividad,
REDUCIR LA DESIGUALDAD EN EL CAMPO y preparar al sector agropecuario para enfrentar el reto de la internacionalización de la economía" aplica grandes subsidios y entrega dinero a poderosos y privilegiados de nuestra sociedad. Ver articulo en la pagina "lasillavacia.com" articulo de la Revista Cambio.

Increíble método de nuestro Estado para alcanzar la necesitada REDUCCIÓN DE LA DESIGUALDAD en nuestra sociedad. Parece ser que dicha frase está consignada en este programa estatal, para adornar, nunca para ser determinante en la política agraria; o tal vez peor aún, algunos a lo mejor creen, que ayudándole a los poderosos, regalando dinero a los históricamente favorecidos, a los encomenderos de ayer y hoy, a los gamonales de nuestras regiones, nuestra sociedad se equilibrará. No se cual de las dos opciones sea peor, pero en virtud a las últimas explicaciones recibidas de parte del gobierno y de sus exfuncionarios, hoy precandidatos de plan B, creo que el actual Estado Colombiano está inmerso en la segunda, es decir, esta en estado de inconsciencia.

Mientras tanto muchos, cada vez más, esperamos un Estado consciente que promueva a los campesinos, a los pequeños y medianos productores agrícolas, a los pequeños y medianos empresarios; ansiamos un Estado que premie la producción ecológica, que subsidie la producción forestal con nativos, que proteja los bosques andinos y amazónicos, que propenda por la protección de la biodiversidad, que incentive la investigación de métodos alternativos de producción agropecuaria, que apoye la protección de las semillas ancestrales, que haga cumplir las normas ambientales que él mismo promulga, que haga respetar las normas de protección al consumidor que el mismo regula, que auxilie las industrias que procesan o generan valor agregado a partir de productos ecológicos, que impulse la investigación de vehículos o maquinas de energía eléctrica o de energía solar, que incentive el consumo de productos fabricados bajo sistemas que no afecten la naturaleza, que busque el desarrollo de energías alternativas amigables con la ecología, que estimule a los habitantes de los cordones de miseria de nuestras ciudades a retornar al campo y a reordenar su vida en otras formas de vida más humanas y sostenibles, que incite a un verdadero cambio en provecho de la Nación y la Humanidad.

En fin, esperamos con avidez que llegue por fin a nuestra patria el estado de conciencia, es decir, el sentimiento intimo del deber, la ciencia innata del bien y del mal.

Atte;

JCAL

3 comentarios:

LUIS CARLOS PINEDA ZULUAGA dijo...

Dr Juan Carlos: Es cierto, la infamia cometida no tiene ni explicación,ni justificación alguna. Pero no creo que sea un método del Estado, es más bien la carencia de este porque no obedece a la relación de causalidad enunciada en el programa de AIS.

Buena y necesaria su crítica.
Saludos.
PD: MUCHO INTERVENCIONISMO O censura de opinión, eso de que el Autor del blog "debe aprobar todos los comentarios; hasta acepto el " revisionismo"

Anónimo dijo...

Tiene razon en muchos aspectos, pero en mi quehacer del campo encuentro al agricultor con muchisimas necesidades de una ayuda comola que ofrece el gobierno a travès del programa AIS, y se encuentra uno que hay que ser universitario con especializaciòn en redacciòn de proyectos porque ninguna de estos agricultores tiene la mas minima idea de general un proyecto, obviamente esto los aleja, los asusta y finalmente se pierde esta oportunidad, creo el falta mucho para que un programa con la intenciòn de este llegue de verdad a los que lo necesitan.

Anónimo dijo...

AIS A LA MEJICANA

En la ardua tarea del desarrollo no hay lecciones aprendidas. Los fracasos se repiten una y otra vez con paradójica exactitud. La comedia del programa colombiano Agro Ingreso Seguro es casi idéntica a la tragedia del programa mexicano Procampo.

Este programa fue creado hace quince años con el objetivo de contrarrestar los efectos adversos del recién firmado acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos y Canadá. El programa pretendía ayudar a los "pequeños agricultores", incrementar la productividad del campo y “producir paz social”.

Quince años después, los resultados del programa Procampo saltan a la vista. Para los pequeños agricultores el programa ha sido simplemente una transferencia asistencial, una dádiva más. Para los grandes productores ha sido por el contrario una verdadera lotería, un regalo desmedido. En la lista de beneficiarios aparecen terratenientes, congresistas, gobernadores, funcionarios, dos hermanos del ex presidente Vicente Fox y varios familiares del Chapo Guzmán, el capo del llamado Cartel de Sinaloa. No faltó sino la reina de belleza. Según el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), el 20 por ciento de los beneficiarios recibió más del 80 por ciento de los recursos.

Los columnistas mexicanos han puesto el grito en el cielo. En agosto de este año, Denisse Dresser escribió lo siguiente en la revista Proceso: “He allí los resultados de quince años de Procampo. Narcotraficantes subsidiados. Recursos desviados. Beneficiarios simulados. Productores que cobran sin haber acreditado su trabajo o sin haber sembrado. Transferencias multimillonarias a quienes menos las necesitan… Procampo funciona muy mal para los campesinos, pero funciona muy bien para la clase política. Es un instrumento que permite perseguir objetivos electorales a base de padrones amañados y cheques distribuidos… Procampo no ha cumplido con los objetivos para los cuales fue creado formalmente. No ha aumentado la productividad, ni impulsado la competitividad, ni mejorado las condiciones de los más pobres en el campo. Más bien ha sido una chequera con la cual comprar paz social”. Las coincidencias son evidentes. Casi aterradoras. Lo mismo, sin cambiar una coma, podría escribirse a propósito del programa Agro Ingreso Seguro.

La coincidencia invita a la reflexión sobre las causas comunes de un problema compartido. Usualmente los subsidios terminan reproduciendo la estructura de propiedad de la tierra y la distribución del poder político. Si la tierra está concentrada, los terratenientes serán los grandes beneficiarios de los incentivos a la producción. Si el poder regional está capturado, los subsidios correrán una suerte similar. La lógica es casi siempre la misma. Este tipo de programas terminan agravando el problema que intentan resolver.

Pero en los países en desarrollo, decíamos al comienzo, no hay aprendizaje. Todo lo contrario: las trampas de las malas ideas son ubicuas. Los problemas creados por los subsidios quieren ser resueltos con mayores subsidios que terminan, a su vez, empeorando la situación y aumentando paradójicamente la demanda social por subsidios. “Agro Ingreso Seguro es uno de los mejores logros de este Gobierno”, dijo el presidente Uribe esta semana. Lo mismo han repetido los políticos mexicanos durante años. Las coincidencias, ya lo dijimos, son aterradoras.

Por: Alejandro Gaviria
agaviria.blogspot.com